Post-crónica: Uruguay 1 - Costa Rica 3 (Brasil 2014)
Fotografía de camiseta de Costa Rica
Montréal es, ante todo, una ciudad para caminar. En especial cuando muestra toda su pluriculturalidad en días de mundial, días en los que la gente se viste de colores. Los chilenos celebran la victoria de Costa Rica porque se identifican con “la roja”. Rumbo a la estación del metro, los italianos e ingleses que encuentro no me dedican más de dos segundos de atención, aunque sospecho que ahora tienen una preocupación extra que llevar a la almohada. Un brasileño me consulta por el marcador y no lo puede creer: se regocija a más no poder. Al parecer el resentimiento por el maracanazo está impregnado en su ADN. Un uruguayo pasa manejando cerca de mí con la banderita celeste en el techo del carro y me identifica: ya nos volveremos a ver, parece decir su gesto de advertencia. Luego un grupo de colombianos (quién sabe dónde habrán conseguido todo ese aguardiente) me abordan y estrechan mi mano, felices aún por el gane de su selección. Incluso una venezolana que va con ellos me agradece por haberlos vengado de Uruguay, que dejó a la vinotinto fuera del repechaje. Yo le digo “con gusto”, como si también hubiera estado en esa cancha de Fortaleza haciendo historia con el sudor de mi frente.